viernes, 3 de junio de 2016

Películas politológicas (I): 'El Olivo'



Imagen disponible en: http://bit.ly/1Ul2H82


Tuve la suerte de ir a ver El Olivo en la fiesta del cine de este año. escuché buenas opiniones de la misma, entre otras en Radio Klara y yo, dado que cuando voy al cine aprovecho para ver películas interesantes y profundas, decidí acudir a la llamada.

He de decir que me encantó: no sólo la fotografía y la banda sonora eran casi perfectas. No llegaba a otras como "La Isla Mínima", por ejemplo, pero acompañaba bien a la trama, que es en lo que me voy a centrar, sin spoilear. La primera parte es la más emotiva, centrada en lo que significa el olivo en la vida de la protagonista y de su abuelo. Esos árboles no son sólo un trozo de madera o un medio para ganarse la vida, sino que son parte del patrimonio, de la identidad del pueblo y que hay que compartir con las próximas generaciones.
Parece una idea baladí, pero no lo es. Durante mucho tiempo se puso por delante la construcción y la especulación urbanística a la agricultura y al patrimonio natural de nuestros pueblos y ciudades. Uno de los ejemplos también podría ser la huerta de Valencia, afectada por diferentes planes de ordenación urbanística y más centrada en construir grandes centros comerciales más que fomentar los productos tradicionales y darles valor. 
Gracias a esta contraposición entre la zona rural y los olivos, llenos de buenos recuerdos y de valores por una cafetería en la costa, por la que la familia rompió con su abuelo y con todo ese mundo, bello pero muy poco rentable económicamente. Además, la inversión tampoco fue bien. Pero, sin entrar más en el argumento, el hecho es que se contrarresta bastante bien mundoo rural y urbano, sentimientos de pertenencia y rentabilidad económica. Finalmente, está la crisis económica y todo lo que supuso en la vida de los protagonistas: no sólo la falta de recursos o la quiebra de empresas sino también el hecho de tener que aguantar condiciones de trabajo penosas y a jefes crátulas. 

En la segunda parte, tenemos el intento de recuperación del olivo. Otra vez vemos contrastes: olivo como marca comercial y una empresa que se salta todos los estándares mínimos. Y, lo que más me gustó: el activismo y la movilización social que, aunque ayudó, no consiguió los objetivos que se pretendían. No siempre se gana por mucho que uno se movilice y haga lo imposible para sacar a relucir todos los trapos sucios de una empresa para presionar. 
Finalmente, me quedo con la esperanza. La esperanza que dan los olivos que quedan y la voluntad de protegerlos para recordar lo que somos y lo que representaban y representan.

En definitiva, a partir de una problemática como es la venta (si no la tala o el robo) de olivos centenarios para viveros que terminaban en países lejanos como Estados Unidos, por ejemplo, se crea una película que trata esta problemática de manera más humana, poniendo a una familia en el centro. He de decir que se nota que es una mujer la directora, por todo el toque humano y sentimental. Es muy recomendable verla, no sólo por el argumento o por las bromas que se hacen, que te hacen sonreír entre lágrimas. Que, por cierto, no suelo llorar en el cine, pero en esta no paré de llorar todo el tiempo. 
Para una película que no te deja indiferente: "El Olivo". No hay que olvidar todo lo que representa el campo, los olivos y árboles monumentales, porque forman parte de nosotros/as, de la cultura, de la identidad, etc. Y, por supuesto, el dinero no lo compra todo.

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