martes, 8 de octubre de 2013

Sé consum-actor / consum-actriz

En primer lugar, decir que esto no es una promoción de una cooperativa de consumo valenciana (aunque no está nada mal como concepto). En este artículo hablaré sobre el poder del consumidor/a frente al mercado, y cómo sus acciones pueden modificar a éste. No es una utopía, así que podéis seguir leyendo.
En primer lugar, decir que la compra se ha relacionado incluso con la identidad de cada persona, incluso del grupo social al que se pertenece. Esto es, el consumo se "mete" en nuestra vida haciéndonos parte de un grupo o de otro según nuestras posibilidades. Así, la clase media "deberá" tener a su disposición una serie de aparatos electrónicos, un televisor, lavavajillas, microondas, ordenadores, móviles con internet, etc. La clase alta se representa con muchos bienes físicos, y con ropa de marca, relojes de gama alta, etc. Esto es, la "gama alta" de productos. No sólo termina aquí la cosa: en nuestro afán de mejorar el estatus, intentamos alcanzar al siguiente nivel, esto es: consumiendo los bienes que  consideramos "mejores", que normalmente son más caros. Así llegamos a la famosa frase que a da vueltas por las redes sociales (además, de manera generalizada): los humanos somos seres que compramos cosas que no necesitamos para agradar a gente a la que no queremos. 

El consumo es una parte de nosotros, promocionada por el marketing que nos hace querer cada vez más, usando nuestros miedos, deseos de mejora, dudas, necesidad de estar dentro de un grupo, socialización y demás. Pero, nosotros mismos, siendo conscientes de este hecho, seguimos dejándonos llevar por el mismo. Muchos/as se escudarán en que la presión viene de fuera, que todos estamos sujetos a esto, incluso la propia familia lo demanda, etc. Sí, estamos de acuerdo. Pero, al mismo tiempo, también somos responsables que el sistema siga funcionando de  la misma manera, sin cambios positivos. Si el consumo es parte de nuestra identidad, ¿por qué no la cambiamos? Sí, es difícil y, sí, no es rápido. Pero, hay que tener en cuenta que con cada uno de nuestros actos (en este caso, compras) estamos apoyando a un sistema determinado  haciendo que el cambio a otro sea cada vez más imposible (si existe esa expresión). 

¿Cómo serlo?
Ahora bien, ¿cómo ser un consum-actor o una consum-actriz? Pues bien, el primer paso es aceptar que estamos siendo alterados desde fuera con deseos que forman parte de nosotros, pero que en realidad no tienen tanta prioridad como nos hacen creer. Primero, pensemos: ¿son los bienes materiales los que nos hacen ser mejores, más aceptados? ¿Los bienes nos salvan de ser juzgados por los otros? ¿Es justo que nuestra seña de identidad venga dada en casi su totalidad de los bienes que tenemos? 
Después, establecer las prioridades: ¿qué queremos que se haga con nuestro consumo? Lo más importante, ¿quiero que cambie algo con mi consumo o estoy contenta/o de lo que se está haciendo? Priorizo la cercanía del producto, la calidad social, su durabilidad, el hecho de que esté fabricado casi 100% en España, que se dé trabajo digno a sus trabajadores, todo a la vez... Por supuesto, encontrar todo a la vez es complicado, pero siempre puede haber una mayor probabilidad en una empresa o en otra, en un banco o en otro, etc. 
Porque, ¿por qué tener tu dinero en un banco que ha dejado sin ahorros a miles de personas, que ha tirado a muchos trabajadores/as, cerrado oficinas y olvidado su carácter social como caja? ¿Por qué dejar nuestro dinero en un banco que está pagando al responsable de lo anterior como si fuera el mejor asesor del mundo? 
Y, al mismo tiempo, ¿por qué comprar en un supermercado que hace trabajar más horas de las normales, sin pagar extras, que no paga u obliga a trabajar en negro a sus proveedores y fabricantes de su marca blanca? ¿A un supermercado que es una multinacional con lo que eso conlleva? ¿A un lugar que promocionó el descrédito de los pepinos españoles? Y, también, comprar en una tienda (en cualquiera del grupo, ojo) que hace que sus productos sean relativamente bajos (no estoy de acuerdo en nada de eso) a costa de hacer trabajar como esclavos a mujeres, niños y causarles la muerte de una manera atroz, además de hacer lo mismo en España, ¿es ético? ¿Nos gusta promocionar este modelo de negocio?
Así:
1. Energía:
La cooperativa Som Energia, con sede en Cataluña, que comercializa energía, haciendo lo posible para augmentar la cantidad de energía renovable de este país, invirtiendo en placas solares y demás.

2. Alimentación:
En el ámbito valenciano (de donde soy), las listas de productores, distribuidores, etc. de Fem l'Horta Possible. También aparecen los grupos de consumo que distribuyen estas verduras, frutas, etc.
La cooperativa Consum.

3. Servicios en general:
Se puede observar la lista de las entidades cooperativas  de economía social en la web de la Confederación de cooperativas de la CV, aquí. Y, al igual que en la Comunitat Valenciana, se podrá ver en otras. 


Listas de productos y de productores :
Muchos/as me diréis, es fácil hablar desde Internet de compras éticas. Y, ¿cuánto tiempo se ha pasado esta chica buscando qué comprar? Y, lo mejor de todo, ¿cómo se le ocurre decirnos lo que tenemos que hacer? Bueno, yo no digo qué hacer (y menos hablando desde una parte de google, teniendo un Facebook y demás), solo reflexiono sobre qué modelo me gustaría tener, de la responsabilidad que tenemos todos en ello. Porque, claro, es fácil decir que tenemos un mal sistema (también político), pero lo difícil es hacer algo que pueda cambiarlo. Consumidores/as somos todos/as, y consumimos a todas horas, yo misma lo estoy haciendo en este mismo momento. Si lo somos, tendremos que tener obligaciones, al igual que derechos. 
Pero, centrándome en lo que toca: ¿dónde encontrar esta información? Primero, buscándolo por ti mismo/a. Mira los resultados de "Crítica a..." y pon el nombre del supermercado al que vayas, de la tienda de ropa, etc. Además de la parte directa, las asociaciones de consumidores (OCU, Facua) hacen un buen trabajo en este campo, con revistas gratuitas para socios y estudios que aparecen en periódicos a menudo, incluso en su página web (por ejemplo, en Facua), donde se puede observar comparaciones de precios en diferentes ámbitos, así como los derechos de los/as consumidores/as. Por otro lado, tenemos las asociaciones de defensa de los animales, donde se investiga qué condiciones tienen los animales durante la producción de productos alimentarios y de su muerte, así como la experimentación con animales (aquí el de Mediapeta) [ya adelanto que es una bajada a los infiernos en toda regla, sobretodo cuando te das cuenta de lo que has hecho con tus compras]. Normalmente, muchas de las asociaciones incorporan estas listas, y también las denuncias de malas prácticas. así, la página de la propuesta europea "End the Ecocide" o el grupo de Facebook "Acabemos con el ecocidio en Europa". 
Por supuesto, todo hay que buscarlo. Nadie dijo que esto era fácil. Pero, gracias a esto, primero nos sentiremos mejor con nosotros mismos y, después, estaremos haciendo un cambio progresivo, aunque sea poco a poco.  

¿Hay algún indicador que nos diga qué producto es el adecuado?
Pues, bien, no en marcha. Al menos, no en su integridad. Tenemos los sellos de agricultura ecológica, se pensaba en hacer un sello de no experimentación con animales, y demás. 
Una propuesta que llegó a mis oídos inquietos era la de la Economía del Bien Común. En principio, se tiene una tabla en la que se valoran varios aspectos de la empresa, desde los clientes hasta los productos fabricados en los que se cuenta si se ha cumplido con los criterios mínimos establecidos: utilidad del producto, igualdad en el trabajo, utilización de materiales ecológicos, buen tratamiento de los clientes. No, no se trata de la Responsabilidad Social Corporativa o Empresarial. Es ir más allá. Gracias a esta puntuación, aparecería una etiqueta con un código en colores, al estilo de un semáforo, siendo el rojo el más alejado de la máxima puntuación  el verde, el más cercano a esta "perfección". 
Aquí está la matriz.











Terminaré con una frase que he escuchado repetidas veces ya (tristemente, no me sé la fuente original): mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar grandes cosas. ¿Empezamos?
(Si tienes otras entidades o algo más que añadir: empresas, iniciativas, etc., comenta y lo iré añadiendo. Gracias)
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Para más info:
Cortina, A., Por una ética del consumo.
Sanchis palacio, J.R., La banca que necesitamos, Publicacions de la Universitat de València.
Felber, C., La economía del Bien Común.