lunes, 15 de abril de 2013

Los escraches y participación política no convencional

Escraches. Esa palabra que muchos no sabíamos ni que existía. Sin embargo, se ha puesto de moda, llegando a portadas de periódicos y a la opinión pública. Buscando en el diccionario de la RAE, aparece "Escrachar (Argentina y Uruguay): 1. romper, destruir, aplastar". Muchas personas y periodistas se han centrado en la parte violenta (véase aplastar, destruir), otros en la inconveniencia de realizarlo. Pero, ¿las personas que hacen los escraches son unos "nazis", "tienen relación con ETA", etc. o estamos ante unos "demócratas insatisfechos" (H. Pitkin) que hacen uso de una participación política no convencional?

- ¿Qué es la participación política no convencional?
Pues bien, la participación política se puede dividir en convencional o no convencional. La primera es, como su nombre indica, la que se centra en los cauces institucionales. Esto es: afiliarse a un partido político, asociación cívica, acudir a manifestaciones, realizar una huelga, ponerse en contacto con los representantes, acudir a un mitin, votar (sí, es una participación política, aunque muchos lo consideren secundario). A menudo se suele relacionar esto con un perfil "político" (de participación, no de actividad profesional) bajo o medio, dependiendo de la cantidad de acciones que se realice. 
Por otro lado, tenemos el centro de este artículo. La participación política no convencional (o comportamiento no convencional) son todos los métodos, actuaciones, mecanismos, etc. que no están dentro de los canales establecidos. Eso no quiere decir que sean ilegales, o amorales, simplemente que no están incorporadas en la lista de actividades políticas "básicas". Entre ellos, están el boicot a un producto, las sentadas en vías de comunicación, la participación virtual, el "guerrilla marketing" (hablaré de ello en otro momento), el intentar evitar los deshaucios... y, por supuesto, los escraches. 

- Escraches: ¿por qué ahora? 
Desde este blog he estado hablando desde su inicio de la desafección política de los españoles, de la muerte de la Política, de la crisis de la Justicia y de las instituciones, todos temas muy esperanzadores. En este contexto surgen los escraches. Sabiendo que en multitudinarias manifestaciones no se consigue modificar o influir en la toma de decisiones nacional o autonómica, y que las huelgas no tienen efecto, porque hay muchas personas que tienen miedo a perder el trabajo, se ha considerado que éste era otro tipo de "presión" o de visualización de los problemas de la ciudadanía. 
Grupos de personas, implicadas en una asociación o no, acuden al domicilio de un/a político/a y se dedican a proclamar lemas, gritar a las personalidades y familiares (normalmente solo se reúnen en el portal, por lo que yo sé) y a llenar los portales de sus mensajes en pegatinas: "Sí se puede", en alusión a la ILP en el Congreso sobre los deshaucios. Esta actitud ha sido interpretada, como he escrito antes, como un ataque directo a la democracia. Ya se dijo en su momento cuando se acudió en masa al domicilio de la Delegada del Gobierno, quejándose sobre la actuación de la policía en una manifestación anterior. También se ha de decir que ese primer acto fue más bien un "ataque" (o respuesta a un ataque, también puede ser) que un acto de participación política como tal. Ahora, y siempre según lo que he leído (no estoy en el terreno como querría), las concentraciones se realizan en los portales, se grita, se concentran durante un tiempo considerable, pero no ha habido agresiones. Sí insultos. 

Algunos dirán que son acciones cercanas al terrorismo o anti-democráticas, por lo menos. Otros, entre los que me incluyo, piensan que ante la no respuesta de los/as políticos/as o la respuesta no acertada ante todos los problemas de la gente de a pie ha provocado que estos busquen otros medios de hacerse oír. 

- Escraches y su legitimidad: críticas varias y necesidad o no
Los contra este nuevo sistema de demanda social afirman que es un ataque directo al principio de representación política. Que se está ejerciendo una coacción, además directa, a los que son nuestros representantes, pudiendo modificar su actuación. En parte, tienen razón. Sí, se pretende hacer cambiar de posición a unos/as políticos/as que no los han escuchado antes, sobre un asunto de interés general. Muchas veces, hemos asistido a coacciones o compras de voluntades de representantes públicos sin que por ello se hayan escandalizado de la misma manera. Independientemente de eso, he de decir que, con tal de que no se llegue a una agresión física o algo por el estilo, es una buena manera de soltar la frustración que todos sentimos. Por supuesto, no es del gusto de todos, ni puede ser visto con buenos ojos por los representantes políticos, que se ven interpelados por unos ciudadanos/as que no están para nada contentos con su gestión, especialmente en tiempos de crisis. Pero, sinceramente, se está empezando a hablar de cómo puede derivar esta frustración, sino es gracias a la práctica no convencional. De la desilusión a la rebelión hay un paso. 

Otras personas dicen que realizando esto lo que está pasando es que se está deslegitiminando su causa, que está en marcha en el Parlamento (aunque no tiene muchas esperanzas de seguir la tramitación). Están de acuerdo con el mensaje, pero no con el método de hacerlo pasar. Pues bien, no sabría decir si esto tiene que ver con mi amor a Maquiavelo, pero el mensaje pasa, y ha llegado a todas partes. ¿Será positivo para el "movimiento" que se relacione con los escraches? Bueno, sí y no, como siempre. Siempre habrá alguien que haga mala prensa de una acción que, en principio, no está haciendo más que soltar la depresión y el malestar de parte de la ciudadanía (cada vez más mayoritaria), que además no pretende (estoy segura de ello) desprestigiar la democracia y pasar por encima del principio de representación, sino justamente recordar en qué consiste la representación política. 

- ¿La participación política no convencional como salida?
Pues bien, teniendo en cuenta todo lo que he defendido hasta ahora, podemos decir que los escraches son un método bastante o demasiado directo si se quiere de participación política. Teniendo en cuenta los niveles de participación política de España, no está mal que haya movimiento (es normal que lo haya, sino sí que tendríamos que preocuparnos en serio). Y está mucho mejor que si nos diera por asaltar el poder o hacer protestas violentas como en Grecia. Recordemos que durante la historia, hemos sido más de golpes de Estado que de participación convencional. 

Por supuesto, no estoy diciendo que sea la única manera de implicarse. Y, también he de decir que no hay que demonizar a alguien que está siendo valiente y luchando por algo justo, tanto para él como para muchas personas, que no se movilizan, pero que lo sienten por igual. Ante la imposibilidad o el desagrado hacia lo institucional, se buscan otros medios para llegar al fin. Estas personas son más comprometidas políticamente que los que los critican. Como había introducido, son los ciudadanos críticos, o demócratas insatisfechos, concepto de Hannah Pitkin (para hablar de aquellas personas que eran políticamente comprometidos, que participaban gracias a las formas no convencionales, y que se movilizan para mejorar la democracia, no para minarla) los que harán que el contexto cambie. 
Y, esto después de ser criticados por los inactivos o los pasivos... O por los que temen lo que pueda surgir de ahí, tanto positivo como negativo.