viernes, 6 de febrero de 2015

La Marcha del #31E en primera persona

Como no podía ser de otra manera, en cuanto supe que iba a haber una manifestación el 31 de enero en Madrid, por el cambio, me dije: "¡Yo tengo que estar ahí!". Y no exactamente porque comulgue con las ideas de Podemos, al menos no con todas, sino por curiosidad. Hace mucho que perdí la esperanza, aunque me dedique en este blog a ilusionarme y a tener esperanzar respecto a la política y a los/as políticos/as. Soy una optimista, seguramente.

Pues bien, yo fui a la manifestación en autobús, desde Valencia, mi ciudad natal. Salí en un autobús desde la Facultad de Medicina, un autobús que era del grupo de Medicina y también de los restos de Zaidía. Digo de los restos porque otro bus del círculo de Zaidía. Esto es, los/as "organizados/as" dentro de círculos tenían más oportunidades de estar en un autobús único. Independientemente de eso, salimos a las 5 de la mañana. Y, aún así, la gente estaba animada desde el primer momento. Yo más bien durmiendo, dado que no conocía a nadie, y eran las horas que eran. 
Total: cinco horas de autobús, parando en una zona de descanso en la que no te ponían ni un plato para el cruasán, todo directamente en la bandeja. Y, sin embargo, seguían los ánimos por los aires, todos/as felices, aunque hiciera un frío... Después de la parada, se empezó a hablar. De la Transición, de las élites políticas, de poesía, un poco de todo. Era interesante escuchar a toda esa gente, cada una de un lugar, con una opinión diferente, pero felices de estar en el mismo autobús. 
Llegamos a Menéndez Pelayo sobre las 10, y entramos en el Retiro. Estuvimos haciéndonos fotos durante un buen rato, esperando a todos los buses de Valencia ciudad. Ya en ese momento éramos bastantes. Todos/as ilusionados/as de estar, por fin, en Madrid. He de decir que yo estaba ya muerta: sueño, dolor de espalda. Pero, llegar a Madrid fue como morirse de ganas, una recarga de energía. No me preguntéis por qué, simplemente era así. Lo siguiente fue avanzar por el Retiro. Ahí ya vino la siguiente fase: incomprensión en muchas caras, curiosidad, incluso miedo. Y nosotros/as cantábamos y gritábamos, como se suele hacer en estos casos. Creo que salí en unas cientos de fotos de turistas que se quedaban bastante sorprendidos de que hubiera manifestaciones por el Retiro. 
Al cabo de poco, llegamos a la puerta de Alcalá. Si ante estábamos ya como ilusionados/as y festivos/as, llegar ahí fue lo más de lo más. Yo misma que, ya os aviso, no suelo emocionarme demasiado, en ese momento fue como una liberación. Mucha gente, muchísima, llenaba las calles de alrededor. Y, al llegar a Cibeles... eso ya fue lo mejor. No puedo explicar bien el sentimiento, pero imagino que se acerca bastante al de un partido de fútbol o de otro deporte colectivo, cuando te sientes unido/a a la gente que comparte espacio contigo, dado que tenéis en común muchas cosas. Era como: "Somos muchos/as, más de los que creíamos, esto es genial". "Esto es... ¡emocionante!", me decía a mí misma. Creo que ni siquiera con el 15-M me sentía tan feliz.

Permanecimos en Cibeles durante mucho tiempo, creo que hasta una hora entera, esperando nuestro momento para acercarnos a Sol. Pero, nada no había manera. Mientras esperábamos, cantamos, imitamos el grito de los espartanos en 300 (¡au! ¡au! ¡au!), bailábamos al ritmo de varias bandas y batucadas... Pero, eso sí, no coordinábamos los gritos ni a la de tres, tristemente. Al poco, decidimos de ir por nuestra cuenta, dado que los de organización ya habían dicho que Sol estaba hasta arriba. Entre charangas, familias, perros, colectivos, y vallas, muchas vallas, casi qu llegamos a Sol en el momento del gran discurso final. Tristemente, no llegamos a escuchar nada de nada, por muchos altavoces que hubiera. Una pena y cierta desilusión para mí, que iba a hacer un super análisis del discurso por este canal. Igualmente, no soy una experta, con lo que no habría aportado mucho. 
Eso sí, la esperanza, el cambio, etc. son unos elementos muy fuertes en momentos como los actuales, capaces de aglutinar a mucha gente que, como yo, estamos desilusionados/as con la política. Y creo que mucha gente que fue era de Podemos (o estaba muy próximo/a), pero otra mucha estaba simplemente cansada de todo, y veía en este momento una forma de quejarse conjuntamente, como en el 15M. Ya en ese momento escribí sobre ello, y me quejé mucho de que no hubiera habido algo organizado para canalizar la rabia hacia algo constructivo, y puede que ahora sea el momento. 
Soy consciente que falta mucho por hacer y que hay muchas cosas que son turbias, pero el hecho de generar esperanza es algo que hay que agradecerles. Esa marcha era, más que nada, una fiesta. O eso es lo que yo sentí.
Después de comer, mal y mal atendidos/as (sí, daba la sensación que los bares de alrededor de Sol eran todos contrarios a Podemos), volví a Sol, y miré todos los carteles que había, como en el 15-M, enganchados en las verjas, en la parada de metro patrocinada. Era como volver a ese momento: demandas, quejas, críticas a los chorizos/as del país. Y siempre con humor. Es sorprendente, parece que no queramos quitarnos el humor de encima nunca. Es como una vía de escape.
Al volver a Ciudad Universitaria, donde tenían que salir los buses, nos encontramos con todo el grupo de personas que, como nosotros/as, volvían de comer. Al vernos llegar empezaron todos/as a gritar: "¡Sí se puede!". Era tan extraño y al mismo tiempo tan bonito, que no sé cómo explicarlo... Eso sí, durante todo el trayecto había más seguridad privada que policía en Sol en toda la manifestación. Y, lo mejor, no hubo heridos/as, excepto algún desmayo, torceduras de tobillos, etc. Lo que más me gustó del metro de Madrid fue la parada de Moncloa, tuneada con graffitis. Creo que estuve mucho tiempo haciendo fotos, pero no puedo hacer mucho con mi móvil, con lo que las fotos serían las siguientes:


Me gustaría que en Valencia hicieran algo parecido. Me enamoré de la parada...

Y estas son las únicas fotos que tomé, primero porque no podía hacer fotos con los guantes, y segundo porque estaba tan emocionada que no podía hacer nada, salvo disfrutar del momento. Y del frío, claro. Por suerte, un buen amigo, Jorge Mafé hizo varias fotos. Comparto unas pocas, con su permiso: 
El paso de la Marcha del 31E por el Retiro, de Jorge Mafé
Pancarta del #31E en la puerta del Retiro de Jorge Mafé
Me encantó formar parte de esta marcha, y seguro que me acordaré cuando eche la vista atrás. No por Podemos, sino por la esperanza que se respiraba, aún el frío, la sed, el sueño y las malas noticias y desánimo.