lunes, 15 de septiembre de 2014

Gobierno del Bien Común y responsabilidad civil empresarial: buscando alternativas

Después del largo periodo en el que no he escrito nada de nada (las obligaciones académicas son lo que son), empiezo con varias alternativas que se han analizado con anterioridad, o que puede que haya nombrado. Dentro de nada son las elecciones municipales, con lo que hay que ir pensando en alternativas, aunque sea para demandarlas a los diferentes partidos.
Gobierno del Bien Común: lo que se busca en este modelo es, por un lado, mayor participación, para descubrir entre todos/as aquello que se puede considerar bien común, junto con una nueva gestión de los bienes comunes y relacionales –la propia Asamblea ciudadana, junto con el “control” de los Presupuestos–. La idea es dar respuesta a todos aquellos movimientos que han surgido entre 2011 a 2013 –aunque Christian Felber recoge demandas de movimientos altermundistas y la tendencia de la agrupación de economistas Attac1, anterior a estos movimientos– que tienen una “aspiración a resignificar la democracia y avanzar hacia nuevas formas de lo común2.

Para resumirlo, en este modelo se habla del municipio como un conjunto: población, bienes y representantes políticos. En la gestión diaria, se debe contar con la opinión de todos/as los/as que vivan en el municipio del que se trate, e intentar llegar a un acuerdo entre política y sociedad sobre los objetivos y los medios para conseguirlo. De ahí que exista el Balance aplicado a municipios –una modificación del Balance dedicado a empresas– que recoja todos o muchos de los puntos de la vida en común: la participación en política, la gestión compartida de los bienes municipales, el tratamiento a los/as trabajadores/as municipales –igualdad de trato, escucha de las demandas, etc.–, el pago y trato a proveedores, la elección de los mismos por criterios sociales y/o ecológicos – especialmente fomento de los negocios locales–, etc.3 Aunque no se diga directamente, está implícito la recuperación de los bienes comunales y/o la consideración como tales de los servicios municipales. Una demanda común con las reivindicaciones de los movimientos y protestas globales, que, en general, tienen una “(...) aspiración a una reapropiación del espacio urbano, una reivindicación del derecho a la ciudad, y una denuncia de la degradación de la calidad de vida y de la preponderancia de los intereses privados por encima de los comunes4.
Y es aquí donde entran los bienes relacionales y el hecho de incorporar la deliberación como uno de ellos. Este concepto puede ayudar a fundamentar también nuevos proyectos o nuevas formas de gestión compartida entre Ayuntamientos y vecinos/as o sólo de estos segundos con una legislación sobre su uso. Para el buen funcionamiento de las comunidades humanas, es básico que haya una utilización óptima de los recursos, no pensando exactamente en términos del comunitarismo –aunque también–, sino buscando una buena gestión, compartida, dialogada, de los recursos, en tiempos de sobreexplotación y limitación de los mismos.
Esta teoría considera que la participación en el municipio es importante, al igual que lo es también en la empresa, dado que ésta es uno de los principios y objetivos de la Economía del Bien Común –la EBC, o teoría que reúne los Municipios y las Empresas del Bien Común–, junto con la Transparencia, la Dignidad humana, la Solidaridad, la Sostenibilidad ecológica y la Justicia Social5, valores que podrían ser un mínimo común sin mucha discusión al respecto. La no inclusión de las personas que forman parte de una empresa, municipio o agrupación determinada es, también, un criterio negativo que resta puntos a la puntuación del Bien Común, hecho que otros sistemas de puntuación, como el de la Responsabilidad Social, no incorporan como elemento que resta, quiero decir6. También, porque tiene en cuenta la confianza como un elemento vertebrador del sistema tanto político como económico, más allá que otros indicadores, como el crecimiento económico, el nivel de pobreza, etc. Y también la felicidad. Por ello, la idea es que la participación llegue al máximo de ámbitos posibles, para que el ideal de bien común esté más cerca que si no existe una serie de preguntas sobre lo que se considera el objetivo compartido.
Lo cierto es que la deliberación no es el centro de esta teoría, pero sirve para alcanzar la meta, el Bien Común, formado por los valores que ya se han indicado como objetivos en los Balances. Pero, siguiendo con la idea de Habermas, el poder político no puede saber por sí mismo qué tipo de demandas existen, con lo que tendría que preguntar o escuchar a su ciudadanía7, representada por agrupaciones diversas o de manera individual. Teniendo claro el objetivo, después se puede discutir sobre los medios para alcanzarlo: Balances, Índices del Bien Común, Asambleas Democráticas, ayudas económicas a aquellas organizaciones que tengan mejor puntuación en los Balances, la incorporación de estos en las etiquetas para facilitar su compra por los/as consumidores/as, etc. Y, entre estos medios también está la educación, que tendría que estar más centrada en el autoconocimiento, autoestima y las habilidades de expresión de sentimientos y opiniones. Para resumir: educación emocional, ética, comunicacional, para la democracia, contacto con la naturaleza y conocimiento del cuerpo8.
Lo que se presenta es un cambio en la manera de entender la vida en común, hecho que lo une a ciertos autores comunitaristas, aunque añadiendo el aspecto económico de no competencia sino colaboración entre empresas, municipios, personas... Esto lleva a la segunda teoría, de Stefano Zamagni, sobre la responsabilidad civil de la empresa.
Responsabilidad Civil de la Empresa y el cambio de paradigma: esta teoría tiene en cuenta a la empresa como un elemento más dentro de la sociedad. Las empresas pueden modificar la manera en que se pueden relacionar con las otras y con la propia sociedad, consiguiendo una modificación de los valores que imperan en estas relaciones y, así, llegar a cambiar de forma más amplia los valores que rigen las interacciones entre la sociedad y la economía. No es suficiente que las empresas busquen la responsabilidad social, sino también la civil, como un elemento que va más allá en la conexión entre empresa y su entorno, especialmente social. Esto no significa que se haya de olvidar los aspectos recogidos en la RSE –Responsabilidad Social–, sino que hay que ir un paso más adelante.
Esta actitud de la empresa es civil dado que es “civilizadora del mercado, por ser propia de la ciudad en su conjunto y porque la sociedad civil es su clave última9. Tiene en común con la EBC, por lo tanto, el comportamiento relacional de los actores económicos, con las empresas en su centro. Si existe este tipo de bienes, que todos necesitamos y utilizamos, es necesario un papel central de la reciprocidad en la actividad de las Administraciones Públicas y de la propia sociedad civil –incorpora también el mercado como “civil”–. Es más, realizando una actuación conjunta entre estos dos ámbitos, se llegará lejos, dado que la colaboración entre estos –el linking– consigue realizar actuaciones que, por ellos/as solos no se conseguirían10. Independientemente de esto, en muchos casos este tipo de diálogos no llegan a suceder, o permanecen en un estado inicial, sin alcanzar un objetivo claro.
Por ello, la deliberación es central: sin la misma no disponemos de mecanismos –dentro del sistema representativo– para defender las instituciones económicas de las que dependemos11. Y, si finalmente elegimos la deliberación, con ella tendrían que venir otros cambios institucionales, por ejemplo, la cooperación entre todos los sectores sociales y una administración y sociedad de tipo red, no jerarquizada12. Junto con estos cambios, además de toda una serie de habilidades de diálogo ya indicadas, vendría una modificación en la idea de las funciones del mercado, incorporando los bienes gratuitos –entre ellos los relacionales– y dando una mayor importancia al capital social. Este capital consigue que se amplíe la confianza, tanto entre personas que se conocen –bonding–, como entre grupos diversos –bridging–, creando de esta manera desarrollo económico13 bien entendido. Un desarrollo que va más allá de una mejora de las cifras macroeconómicas. Va enlazado con la idea de felicidad, que une la dimensión adquisitiva –compras y ventas– y la expresiva –relacionada con la identidad, conectada con el reconocimiento de otros/as–14. No podemos vivir fuera de la sociedad, por ello, tendríamos que estar más centrados en aquello que nos une, para intentar mejorarlo en la medida de lo posible. De ahí la responsabilidad civil de la empresa, con la necesidad de centrarse en conexiones éticas y con una Economía con objetivos de satisfacción de necesidades, y no sólo económicas.
En resumen, ambas teorías afirman que la deliberación no impide el buen desarrollo económico, ni mucho menos la dificultad o el alargamiento de las decisiones políticas. Al mismo tiempo, establecen los bienes comunes y relacionales como una nueva base sobre la que construir la convivencia de los grupos sociales. Apelan, también, al carácter social de las personas, insistiendo en que exista la posibilidad de expresar las opiniones y valoraciones dentro de un ámbito político y/o económico, dado que en estas teorías la Economía está también en el ámbito comunicativo, como una proveedora de bienes y valores a la sociedad. Este nuevo espacio económico puede entender las transacciones como relaciones de reciprocidad y entre iguales, otra de las bases de un diálogo justo.
En este mismo momento, sonará como unas utopías, una detrás de otra, pero lo cierto es que la primera posición ya se está empezando a aplicar en algunos municipios de España. Respecto a Zamagni, aunque no comparta su trasfondo religioso, lo cierto es que es interesante ver a las empresas como algo más que simples transformadoras de bienes y que dan satisfacción a ciertas necesidades. Ambas son interesantes por los cambios que podemos observar en las relaciones humanas y también en las económicas, centradas normalmente en valores de racionalidad económica y de competición. 

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1Página web del colectivo en España: http://www.attac.es/
2MATEOS, O., “¿Una red global de movimientos sociales? Una aproximación al ciclo de protestas 2011-2013”, en Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, nº 55, 2013, p. 22.
3Para ver el Balance, acudir aquí: http://yosoytu.com/wp-content/uploads/2014/07/Matriz-EBC-municipios.pdf o mirar en los anexos.
4MATEOS, O., p. 28.
5FELBER, C., La economía del bien común, Deusto, Barcelona, 2013, p. 53.
6Para más información, está el trabajo comparativo entre RSE y EBC realizado en el presente máster, disponible libremente en: http://es.scribd.com/doc/203625576/La-Economia-del-Bien-Comun-en-perspectiva-etica-la-Asociacion-por-el-Bien-Comun-a-examen?in_collection=4415710
7HABERMAS, J., Facticidad y validez, Trotta, Madrid, 1998, p. 448.
8FELBER, C., La economía del bien común, Deusto, Barcelona, 2013, pp. 154 y ss.
9CORTINA, A., “Prólogo”, en ZAMAGNI, S., La economía del bien común, Ciudad Nueva, Madrid, 2012.
10ZAMAGNI, S., “El bien común en la sociedad posmoderna: propuestas para la acción político-económica”, en Revista Cultura económica, nº 70, dic 2007, pp. 23-43.
11Ibid., p.31.
12ZAMAGNI, S., “El bien común en la sociedad posmoderna: propuestas para la acción político-económica”, en Revista Cultura económica, nº 70, dic 2007, p. 34.
13Ibid., p. 36

14 Ibid., “¿Es posible compaginar la competitividad de la empresa con la felicidad?”, en XVI Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial (2006-2007), 16 de enero de 2007, pp. 64-74